Altas capacidades

Hablar de Psicología es hablar de cómo funciona la mente humana. Y es también, en la misma medida, hablar de emotividad, puesto que ambas son facetas imprescindibles para entender quién eres. Como psicóloga, además, reivindico el insustituible valor de la singularidad. Porque la realidad social señala a los "diferentes" y genera un sufrimiento innecesario en quien no encaja en los modelos estereotipados, incluso los perfiles que destacan positivamente. Sí, las personas con altas capacidades también se sienten a menudo desplazadas e incomprendidas. Solo desde una perspectiva que nos considere a todos seres únicos y especiales, podemos empezar a avanzar, a construir un espacio común en el que cada uno tengamos nuestro lugar propio.

Comencé a interesarme por este asunto de las altas capacidades, entre otras razones, porque es un tema demasiado silenciado. Y, cuando se aborda, suele plantearse en unos términos simplistas y rodeado de mitos ¿Quién puede tener problemas por ser demasiado inteligente? ¿Cómo es posible fracasar en vida cuando se parte con la ventaja de un cerebro privilegiado? La realidad de las personas con altas capacidades es compleja. Ser inteligente no es sinónimo de ser feliz. Pero ¡puede y debe serlo! De nuevo, se trata de saber manejar tus habilidades. Te propongo un enfoque personal, que parta de tu experiencia, en el que hablemos de cómo te sientes y, sobre todo, de qué esperas o hacia dónde quieres caminar. ¡Ser diferente para ser tú mismo y compartirlo con los demás!

¿Qué son las altas capacidades?

A nivel teórico, está bien definido qué son las altas capacidades: básicamente, se trata de personas con un Cociente Intelectual de 136 en adelante. Incluso, a partir de 130, hay autores que hablan de superdotados. Se calcula que hasta un 10% de la población se encontraría en esa horquilla intelectual que va de 120 a 130, mientras que la superaría poco más del 2%. Ya ves, no sois mayoría, pero tampoco estás tan solo en tu singularidad.

Para determinar el CI existen una serie de test, como la prueba de WISC, interesante porque mide las capacidades a través de diferentes escalas (razonamiento abstracto, aritmética, velocidad de procesamiento, etc.). No es la única; otros test de los más utilizados son el K-ABC, para niños, o el WAIS, para adultos. En cualquier caso, este tipo de pruebas o cualquier otra debes dejarlas en manos de los psicólogos. Sé que hay cientos de páginas en internet que te animan a comprobar tu nivel de inteligencia. Perfecto si quieres usarlas como entretenimiento y para pasar el rato, pero su fiabilidad psicológica es nula. No te autodiagnosticas para las enfermedades físicas, ¡tampoco lo hagas en lo que respecta a tu salud mental!

Altas capacidades o superdotado, ¿solo una cuestión lingüística?

Antes de profundizar en los mecanismos para detectar las altas capacidades y la forma de tratar las dificultades que pueden llevar asociadas, me interesa detenerme y hacer una llamada de atención sobre un detalle. El lenguaje que usamos para referirnos a las personas inmersas en esta realidad podría parecer un elemento secundario o irrelevante, pero no lo es.

Los seres humanos necesitamos poner nombre a las cosas. Entre otras razones porque tenemos que establecer un mínimo consenso para saber a qué nos estamos refiriendo en cada situación. Cuando las denominaciones o calificativos se refieren a nosotros mismos, el asunto se complica, ya que es imprescindible que el individuo o el colectivo se sienta identificado con ese término con el que se le alude.

Pretendo, con esta introducción, establecer el contexto que explica la importancia de hablar de altas capacidades y no usar expresiones coloquialmente más extendidas, como superdotados. Mi experiencia como psicóloga en Mallorca me ha permitido comprobar hasta qué punto cambia la implicación y la toma de conciencia de un paciente si se siente reflejado con la descripción que hacemos de sus vivencias.

Por eso, acertar con la denominación de esta realidad no es un asunto menor. A la hora de plantear su atención psicológica en Mallorca, esta indefinición tiene repercusiones, especialmente cuando tratamos altas capacidades en niños porque:

• Los más pequeños entienden que un superdotado es alguien que está mejor dotado que el resto, como esos héroes con súper poderes de sus películas preferidas Y su día a día es más bien el de las dificultades, las notas bajas y nada parecido a ser admirados por sus compañeros. Por desgracia, los niños con altas capacidades no son los más populares de la clase. Por cierto, los adultos tampoco.
• Los padres no se sienten cómodos hablando de sus hijos como superdotados porque es una expresión que rezuma cierto aire de alardeo, un poco como si estuviesen presumiendo de algo que, por el contrario, viven como un problema. En este sentido, además, es más complicado despertar la empatía y comprensión de su entorno.

¿Cómo se detectan las altas capacidades?

Antes de llegar a la consulta de los terapeutas o de comentarlo con los educadores, existe un primer filtro para detectar las altas capacidades, sobre todo, cuando hablamos de niños pequeños. Las percepciones de los padres suelen ser un primer baremo, y muy orientativo para los psicólogos. Sé, por experiencia, que cuando llegáis a nuestra consulta con la duda de si vuestro hijo es un superdotado, no venís esperando una palmadita en la espalda que corrobore que vuestro hijo o hija es el más inteligente del mundo. Lo que os mueve es una preocupación por su bienestar emocional y su desarrollo académico, porque habéis detectado ciertos problemas de integración, de sociabilidad o, incluso, de bajo rendimiento escolar.

No hace falta que tu hijo saque una nota de sobresaliente en todas las asignaturas; de hecho, ya hemos señalado que no es extraño que tengan un bajo rendimiento escolar. Ya antes, en la más tierna infancia, hay ciertos rasgos que apuntan a una capacitación intelectual y emocional superior. Por ejemplo, la expresión oral es una de esas señales. Los niños que aprenden a hablar con mucha rapidez y, además, adquieren un vocabulario muy amplio para su edad.

Otras características que presentan estos niños tienen que ver con su mayor interés en estar con adultos o chavales más mayores que ellos. Se sienten más cómodos con sus conversaciones, entre otras razones porque quieren conocer el mundo que les rodea, se hacen preguntas sobre el porqué de las cosas y reflexionan sobre la información que reciben. Además, empiezan precozmente a ser autónomos e independientes respecto a sus hábitos por propia iniciativa (ducharse solos, vestirse, hacerse la mochila…).

Todas estas intuiciones son solo una muestra resumida de algunas de las situaciones representativas de un niño superdotado, y siempre pensando que cada persona es un universo único. Las altas capacidades se presentan con tanta variedad como perfiles individuales. Deja que te ayudemos a descifrar el porqué de lo que te sucede o lo que percibes en tu hijo. Debemos potenciar juntos la individualidad, esa es la clave.

¿Un superdotado nace, o se hace?

Me gusta pensar que cada uno de nosotros escondemos un pequeño superdotado en nuestro interior, tenemos alguna cualidad en la que destacamos o una habilidad en la que somos especialmente buenos. Pero, si nos centramos en lo que son las altas capacidades de forma objetiva, lo cierto es que se ha demostrado que hay una carga genética hereditaria que determina la inteligencia de cada persona. Es decir, que sí nacemos con una predisposición intelectual.

Aunque esa relación entre altas capacidades y genética no es tan directa, ni tan concreta. Son múltiples factores los que deben confluir para que esa dotación intelectual se desarrolle en todo su potencial. Mozart era un superdotado sí, pero ¿disfrutaríamos de su música si no hubiera tenido un padre violinista que le sentó al piano a los 3 años y le llevaba de gira a los 6? Es decir, solo se pueden desarrollar las altas capacidades si se le dan al individuo las herramientas que le permitan esa evolución.

Por eso es importante detectar esta cualidad cuanto antes. El entorno familiar y social juega un papel más determinante que los genes en nuestra evolución personal, también en lo que respecta a nuestra inteligencia y desarrollo emocional. Dar salida a sus inquietudes, permitirles desplegar su curiosidad, o dejar que evolucionen progresivamente en su autosuficiencia son algunos de los aspectos en los que podemos orientarte los psicólogos. ¡Porque se trata de atender todas sus facetas como persona, la intelectual, la sentimental y la social!

Un niño superdotado en casa

Es cierto, son los padres y el entorno en el que se desarrolla la vida del niño quienes tienen la primera intuición. Perciben rápidamente que algo funciona de forma diferente en ese pequeño respecto a lo que se considera “normal”. Una de las manifestaciones más frecuentes se relaciona con cómo duermen los niños con altas capacidades. No es cierto que necesiten dormir menos, como antes se creía. Lo que habrás advertido es que se recuperan antes. Y no tiene tanto que ver con su inteligencia, como con su sobreexcitabilidad y su hipersensibilidad.

Como psicóloga en Mallorca, desde luego, siempre he considerado imprescindible escuchar y poner en valor todo lo que me transmitís como progenitores. Sin embargo, a la vez es esencial establecer una línea de confianza recíproca. Sobre todo, transmitir el papel imprescindible de la evaluación de los psicólogos de Mallorca en lo que se refiere a la detección de las altas capacidades en niños.

Evaluación de las altas capacidades en niños

Para diagnosticar unas AACC en niños, la evaluación debe estar basada en la realización de un conjunto de pruebas que aborden la compresión integral de la realidad del niño. Es decir, planificada sobre dos ejes, el intelectual y el emocional.

1. Test para evaluar la inteligencia y el funcionamiento intelectual en sentido amplio

Para detectar las altas capacidades en adultos en el aspecto intelectual es de reconocida eficacia el WAIS. De hecho, se considera la prueba más confiable y completa para valorar el CI en personas de edades comprendidas entre los 16 y los 89 años.

Y, entonces, ¿que pasa con los niños? Pues, en estos casos y dependiendo de la edad, se utilizan distintas pruebas:
- • Los test psicométricos de inteligencia general, entre los más habituales están el test Kaufman (K-ABC), las Matrices Progresivas de Raven, la Stanford-Binet (SB-V) o las escalas de Weschler (WPPSI-IV y WISC-V).
- • Test que valoran áreas de conocimiento más específicas, como el talento creativo o el musical. Aquí podemos citar las Pruebas de Inteligencia Creativa CREA o el Test de Pensamiento Creativo de Torrance (TTCT).
2. Test de análisis de la personalidad

En general se utilizan los denominados test proyectivos. Este tipo de pruebas psicológicas implican la presentación de un estímulo ante el que existen numerosas respuestas y cada individuo reaccionará en función de sus experiencias pasadas y de su personalidad. Se trata habitualmente de propuestas de imágenes, más o menos abstractas.

Probablemente el más conocido es el test de Rorschach, basado en manchas de tintas y que se ha popularizado gracias a su aparición en innumerables películas o series. Para los niños existen otras opciones como el test de la figura humana, el test del árbol o el test de la familia, por citar solo algunos de los más usados.

¿Solo altas capacidades intelectuales?

No, rotundamente la respuesta a esta cuestión es negativa. Las personas con altas capacidades no son solo un "cerebrito superdotado". Son altamente emotivas, más empáticas de lo habitual, y con un elevado sentido de la justicia. En general, son un poco "más" para todo, más activas, más sociables, más intensas, más curiosas, más preocupadas… Precisamente, es su sensibilidad y esa intensidad con la que lo viven todo, una de las circunstancias que les pueden conducir al aislamiento y la tristeza. Su cerebro procesa tan deprisa, que parece que la vida va demasiado lenta.

Pero, más allá de una persona con altas capacidades, lo que tenemos siempre delante es un ser individual exclusivo. Algunos de estos perfiles responden a personalidades introvertidas, otros destacan por su papel de liderazgo. Los hay con un sesgo más agresivo, que encajan mal las críticas. Otros muestran una hipersensibilidad que enmascaran con una actitud distante, incluso despectiva. Cierto, esta singularidad intelectual se define por una serie de características generales. Pero cada persona las modela según el prisma de su propia realidad y de su naturaleza única. ¡La mejor forma de apoyarles es a partir del respeto de su unicidad!

El mito de genio incomprendido

Ser una persona con altas capacidades no debe conducirte a la soledad, al aislamiento, a la frustración. Al contrario, tomar conciencia de tus cualidades es el primer paso para empezar a construir tu historia personal. Sé tú mismo para que los demás puedan conocerte y disfrutarte. Aprender a modular la intensidad con la que vives todo, utilizar esa capacidad empática para ponerte en la piel del otro y trabajar la autocrítica positiva son tres ejemplos de habilidades de las que ya dispones, y que pueden contribuir a mejorar tu bienestar mental y emocional.

No siempre es necesario intervenir en los casos de altas capacidades. No más de lo que sucede con cualquier persona. Desde luego, no es esa la idea que querría trasmitirte. Si te resulta interesante la perspectiva de profundizar en tus habilidades, si quieres descubrir otras formas de gestionar tus emociones o, simplemente, tienes curiosidad por indagar en otras vías respecto a tu crecimiento personal, la nuestra puede ser una relación muy fructífera.

Pero lo importante es que sepas que tu condición especial no implica distanciamiento social, incomprensión o inadaptación. Es más, tu lucidez, tu búsqueda de respuestas y esa sensibilidad que te permite comprender al otro son un enriquecedor bagaje que todos estamos deseando compartir contigo. El aprendizaje compartido es, una vez más, el instrumento más útil con el que contamos.

El diagnóstico de altas capacidades en adultos

El mundo de las altas capacidades en adultos tiene unas características diferentes respecto a lo que representa para los niños. Lo primero que apreciamos cuando acuden a cualquiera de las consultas de psicólogos en Mallorca es que han tenido que vencer una doble dificultad. Por un lado, la resistencia que persiste en la sociedad actual a reconocer que se sufre un problema en el ámbito de la salud mental.

Pero, sobre todo, lo que he percibido es ese temor a exponer lo más íntimo de su persona. Este es un matiz determinante porque, normalmente, un adulto con altas capacidades sin diagnosticar arrastra un experiencia vital en la que ha convivido con una interminable acumulación de preguntas y dudas sobre su propia condición. Y que, dada su capacidad de análisis y de poner en tela de juicio todo, empezando por su propia inteligencia, ha formado parte de su cotidianeidad.

Dar este paso, acudir a la confirmación de lo que probablemente un adulto con altas capacidades lleva intuyendo años, es un acto de audacia. Porque implica hacer un balance completo de su trayectoria personal. Y ahí empiezan a tomar protagonismo sus inseguridades. Cuando se decide a llamar a la puerta de un psicólogo en Mallorca, estos son los pensamientos más habituales:

• ¿Pero qué voy a contarle?
• ¿Cómo voy a poner en palabras unos pensamientos en los que ni yo mismo creo?
• ¿Qué va a pensar el terapeuta cuando le plantee que soy un superdotado? ¿Me verá como un arrogante vanidoso?
• ¿Para qué esta exposición? ¿Realmente hay algo que un psicólogo pueda hacer por mejorar mi estado anímico?

Una confusión y temor que se ve agravada por la exquisita sensibilidad que caracteriza a las personas con altas capacidades. Por eso, mi compromiso con dar la máxima publicidad a la realidad que acompaña a un diagnostico de altas capacidades en adultos es total. Como sociedad no podemos seguir desatendiendo a una parte tan enriquecedora de nuestra pluralidad.

Y, ¿ahora qué? Cómo se afronta el diagnóstico de AACC

Es difícil siempre generalizar cuando, como psicólogos en Mallorca, tenemos que hacer una valoración sobre los efectos que nuestras intervenciones tienen sobre quienes acuden a consulta. Sin dejarme llevar por la endogamia propia de cualquier sector de profesionales, lo cierto es que la experiencia de tratar altas capacidades en adultos ofrece resultados altamente positivos.

He podido apreciar, de primera mano, como la reacción inicial ante la confirmación de un perfil de altas capacidades es, sobre todo, un sentimiento de liberación. Probablemente, en pocos entornos fue tan certera la sentencia bíblica atribuida a Jesús de “La verdad os hará libres”. Sí, es lo que algún paciente me ha descrito como sentirse de vuelta en casa, como haber llegado a la meta después de un interminable maratón.

Sin embargo, esta sensación agradable, habitualmente acompañada de un plus de energía, va seguida de un cierto desconcierto. Algo como incapacidad para manejar esa especie de euforia. Así que, después del alivio de permitirse ser uno mismo, llega una fase de enfado, de rebeldía frente a años de incomprensión o de negación de lo que uno es.

Y, aún queda un tercera etapa, protagonizada por la vuelta de los miedos. Especialmente, todo lo que tiene que ver con “dar la talla”, con tener que responder a ese estereotipo de triunfador que se asocia a un superdotado. La presión de tener que estar a la altura del éxito que se identifica con un diagnóstico de altas capacidades.

El apoyo y la orientación psicológica son decisivos para acompañar a un adulto con altas capacidades. La idea es, sobre todo, recordarte que no has dejado de ser quién eras, que no tienes que partir de cero y cambiar tu vida. En todo caso, el objetivo es reencontrarte contigo mismo. Y, como cualquier persona con o sin altas capacidades, reafirmarte en lo que te enriquece y cambiar lo que no te convenza.

¿Son inevitables los problemas de conducta?

Las personas con altas capacidades no son un grupo homogéneo, todo lo contrario. Es un colectivo con tantos matices como individuos lo componen. Una riqueza que no puede perderse con generalidades o tópicos, por desgracia, demasiado extendidos. Sobre todo, es preocupante si inducen a los padres a una predisposición rígida a la hora de entender cómo son sus hijos. Si le confirman el diagnóstico de altas capacidades, no te sumas en la preocupación desde el minuto cero. ¡Tu hijo o hija no están abocados al sufrimiento! Ni siquiera a tener una infancia o adolescencia más infeliz que el resto. Solo reclaman de ti atención para actuar si se presenta alguna señal de alerta. Igual, por cierto, que ocurre con cualquier padre o madre respecto de todos sus hijos.

Partiendo de esta normalidad, sí es conveniente que conozcas cuáles son los principales cuadros de conflicto que presentan este tipo de menores. Unas disfunciones que, cuando surgen, suele ser como consecuencia del desajuste que se produce entre su esfera intelectual, más madura, y su esfera emocional o social, que sí se suelen corresponder con la propia de su edad. Es fácil entender la frustración y aburrimiento que les produce tener que mantenerse en un nivel educativo ajustado a sus años, pero que su cerebro ha superado hace mucho. No pueden mostrar ningún interés, al contrario, son habituales las conductas dispersas y la falta de concentración.

El sistema educativo y legal no está montado para reconocer y satisfacer las peculiaridades de los niños con necesidades especiales. Ni las de los que presentan disfunciones, trastornos o minusvalías. Ni, tampoco, las de los niños altamente cualificados. No, tu hijo no es un maleducado por corregir al profesor; probablemente es que sabe más que él, al menos sobre ese asunto. Entre todos tenemos que encontrar mecanismos que no coarten su desarrollo intelectual y que, simultáneamente, les permitan integrarse socialmente sintiendo que son aceptados con sus diferencias.

El papel del colegio y las administraciones

En el ámbito de la detección de las altas capacidades infantiles existe, desafortunadamente, un vacío, un infradiagnóstico. Se detectan, en el mejor de los escenarios, un 2% de niños AACC respecto al total de la población infantil, mientras que los profesionales entendemos que la realidad se mueve en niveles del 10-15%. Otro problema serio es la confusión entre los diagnósticos de altas capacidades y TDAH.

En medio de este panorama, me parece aún más significativo recordarte que los alumnos con altas capacidades están amparados por la Ley (artículo 71 de la LOE-LOMCE) Es decir, que las administraciones educativas están obligadas a proporcionar los recursos necesarios para alumnos y alumnas que precisen una atención educativa distinta a la ordinaria.

De nuevo, este dato refuerza la importancia de que tu hijo reciba un diagnóstico rápido respecto a sus altas capacidades. Así podrás reclamar ese apoyo educativo para niños con altas capacidades. Pero, esa evaluación no debería basarse en la cifra obtenida en el test de Cociente Intelectual. Un niño con altas capacidades es un ser único, con una emotividad tan desarrollada como su inteligencia. El enfoque de cada caso debe plantearse atendiendo a la complejidad de su individualidad. Algo que solo es posible si se deja en manos de un profesional de la Psicología.

Convivir con una persona con altas capacidades

Padres, hermanos, parejas… Compartir tu vida con un "superdotado" es una experiencia increíble, pero no exenta de ciertas dificultades. Por eso, cuando atendemos un caso de altas capacidades, es imprescindible que una parte del apoyo psicológico que os proponemos vaya también enfocado a daros herramientas para comprender y disfrutar de esa relación tan especial. ¡Ellos serán más felices si vosotros también os sentís mejor!

En el fondo, no hay una fórmula mágica muy distinta de la que funciona en cualquier relación que se plantea entre personas. Diálogo desde el respeto a lo diferente, flexibilidad para adaptarnos los unos a las peculiaridades de los otros, y voluntad de compartir un proyecto común desde la individualidad. Da igual que hablemos de compañeros de trabajo, de familia o de tu pareja.

En los supuestos en los que trabajamos con niños, es más habitual que la intervención sea necesaria para analizar la dinámica familiar, entender los distintos enfoques de cada uno de los miembros y, entre todos, modificar aquellos aspectos que generan desencuentros. Sin olvidar que una de las claves para el completo desarrollo de un menor con altas capacidades descansa en el entorno académico. Encontrar y mantener espacios de comunicación permanentes entre el terapeuta, los padres y los educadores es no solo deseable, sino imprescindible.

La vida social de un niño con AACC

A menudo, en mi vida profesional como psicóloga en Mallorca, los padres o familiares de niños o adolescentes con altas capacidades me transmiten su temor a que esta condición pueda aislar socialmente a sus hijos. La pregunta más frecuente es, ¿los superdotados solo se relacionan con superdotados?

No hay una respuesta sencilla, porque hay muchos factores que entran en juego a la hora de analizar el proceso de socialización de un niño con altas capacidades. Si se mueve en un entorno en el que prevalecen perfiles con sus mismas características, es muy probable que tienda a relacionarse con niños con los que se identifica. Esas relaciones, de mantenerse en el tiempo, conducen a encariñarse y a consolidar amistades duraderas.

Pero si el niño se educa en un ambiente de diversidad, encontrará amigos a través de compartir afinidades. El mismo proceso que vivimos todos: seguir al mismo equipo de fútbol, disfrutar con una serie de televisión o tener una actividad extraescolar común, por ejemplo. Por eso, no puedo dejar de recomendar siempre la conveniencia de educar en la convivencia con alumnos con altas capacidades.

Ser la pareja de un superdotado

Un diagnóstico de altas capacidades también suele generar una inseguridad especial respecto al futuro sentimental. Mi experiencia profesional solo me puede llevar a constatar que hay tantas posibilidades de tener una vida de pareja enriquecedora como la que tenemos el resto de los humanos. Parejas, además, de toda condición: dos genios despistados, un perfil creativo con una persona muy meticulosa, una personalidad sólida y equilibrada que comparte su vida con un hipersensitivo…

Pero, la duda que más me plantean en mi consulta de psicología en Mallorca, se refiere a compartir el diagnóstico de altas capacidades en adultos cuando uno tiene pareja. O, también, si es algo que hay que contarle a la persona con la que se quiere iniciar una relación sentimental estable.

Al final, como terapeuta, solo puedo ratificar que es una decisión muy personal, que nadie puede tomar en nombre de otra persona. Sin embargo, la confianza y la sinceridad son dos pilares esenciales que deben estar presentes en cualquier relacionar interpersonal. Por lo tanto, también entre las parejas donde algún miembro tiene altas capacidades. ¡Lo importante es recordarte que un niño superdotado puede y debe convertirse en un adulto con altas capacidades feliz en todas las facetas de su vida! Y está en tus manos.