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Terapia para la ansiedad

Sí, los problemas de ansiedad se curan y representan uno de los principales motivos de consulta en nuestro centro.

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Actualización / Innovación
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Somos más que una psicóloga, somos la experiencia y el conocimiento de todo un equipo. Y nuestro objetivo es tu bienestar

Tratamiento de la ansiedad ¿Se puede curar la ansiedad?

¿En cuántas situaciones a lo largo de tu vida has sentido que habías perdido el control de ti mismo paralizado por un temor que sabes irracional? De hecho, esta emoción tan angustiosa es un trastorno tan frecuente que empieza a confundirse con la «normalidad». Sin embargo, que esté muy extendido no significa que no sea necesario aplicar un tratamiento de la ansiedad. ¡Todo lo contrario, lo hace aún más imprescindible!

La ansiedad es más que una sensación. Suele ir acompañada de síntomas físicos como taquicardias, sudoración, temblores o, incluso, mareos. Por no hablar de otras secuelas más preocupantes como el insomnio, los trastornos con la comida, o hacer que se vea afectada tu actividad laboral o relaciones sociales. Y cuanto más tiempo dejes pasar sin intervenir, más espacio va ocupando en tu vida. Deja de ser una reacción puntual para expandirse sin control y convertirse, casi, en tu seña de identidad. No dejes que te condicione, más aún cuando existe solución. El tratamiento de la ansiedad funciona y permite que vuelvas a sentirte a gusto dentro de tu piel. Es importante que no lo olvides, por imposible que ahora te parezca.

Cómo combatir la ansiedad

¿Alguna vez has intentado combatir la ansiedad?¿Durante cuánto tiempo te ha funcionado? ¿Sabes por qué cuánto más intentas luchar contra la ansiedad más presente se encuentra? Es importante entender que si luchas es porque para ti sentir ansiedad ha representado en algún momento una amenaza. Es decir, crees que en el fondo la ansiedad es peligrosa. Así pues, la interpretación catastrófica de las señales corporales asociadas a la ansiedad, te puede llevar a focalizar la atención, de forma más o menos automática sobre los síntomas con los que la relacionas.

¿Y qué ocurre cuando centramos toda nuestra atención en algo? Pues que la percepción de ese “algo”, se amplifica.

Por ejemplo, si cuando yo siento mucha ansiedad me cuesta respirar, y para mí experimentar esa “sensación de falta de aire” representa un peligro, (pienso, por ejemplo, ¿y si me ahogo?), mi atención va a focalizarse en si estoy inhalando suficiente oxígeno, percibiendo de una forma muchísimo más clara e intensa todo el proceso. Sin embargo, en esos momentos no caemos en la cuenta de que ante situaciones de amenaza, es más normal respirar de forma agitada que de una manera más profunda. Es por eso, que si yo dirijo mi atención a este proceso y creo que eso es peligroso, mi cuerpo se va a activar para protegerme, y, ¿a que no adivinas cuál es la emoción que nos prepara para hacer frente a una amenaza? ¡Exacto! La misma ansiedad.

Es decir, si yo quiero luchar contra la ansiedad porque para mi representa un peligro, voy a reaccionar con más ansiedad. Paradójico, ¿verdad?

Entonces, ¿qué podemos hacer para sentirnos mejor? Lo primero que necesitamos es conocer de qué manera se expresa, es decir, cuáles son sus síntomas para poder reconocerlos.

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La ansiedad y sus síntomas

Algunos síntomas de la ansiedad pueden tener formas muy diferentes. La mayoría de personas creen que solamente se trata de síntomas físicos, pero también puede incluir problemas para concentrarse, sensación de perder el control o de volverse loco, etc. La clave, para identificar estos síntomas pasa por descartar previamente que no están asociados a ninguna enfermedad médica. Por ejemplo: imaginemos a alguien que siente un cambio en su frecuencia cardíaca, acompañado de una leve sensación de falta de aire, de inestabilidad y mareo que va en aumento. Es muy posible que acuda al médico y que tras algunas pruebas descarten que se trate de algo de tipo orgánico. Me gusta hacer hincapié en esto porque algunas veces, se experimentan síntomas muy parecidos a los de la ansiedad en contextos relacionados con algún problema de salud o a la ingesta de alguna sustancia, medicación o alimento. Os pongo un ejemplo:

«Marta ha quedado con unos amigos para cenar en un restaurante. La comida está buenísima, pero ella no sabe que para potenciar el sabor de sus platos utilizan Glutamato Monosódico (E-621), un aditivo muy generalizado en platos procesados o en la cocina oriental. Tras una cena maravillosa, al tumbarse en la cama, Marta empieza a sentir que su corazón late como más agitado. No entiende qué está pasando, horas antes se encontraba genial. Como es lógico, Marta se asusta, centra su atención en los latidos de su corazón, cada vez los siente más fuerte. Quiere tranquilizarse pero no puede, tiene miedo de que se trate de algo más serio…»

En este caso, entender que en un contexto de ingesta de E-621 se pueden desencadenar en Marta determinadas señales corporales, le ayudará a experimentarlas con menos miedo si vuelven a aparecer.

Es por ello que hay que entender muy bien cómo fue el primer ataque de pánico, en qué situación se dió, si algo pudo precipitar los síntomas o cuáles de las señales corporales son las que más te asustan.

Por tanto, en función del grado de intensidad con el que se experimente la emoción, puede incluir estos síntomas:

– Sensación de agitación, tensión o nerviosismo
– Aumento de la frecuencia cardíaca
– Respiración acelerada, sensación de falta de aire, sensación de asfixia
– Sensación de mareo, de desvanecimiento e incluso desmayo
– Sudoración en manos y cuerpo
– Escalofríos
– Calambres abdominales
– Náuseas
– Dolor en el pecho
– Dolor de cabeza
– Sensación de entumecimiento o hormigueo
– Sensación de dificultad al tragar
– Sensación de desrealización o de desconexión
– Miedo a morir
– Molestia o dolor torácico
– Miedo a perder el control
– Temblores
– etc.

Algunas de las características más importantes de los síntomas en un ataque de pánico son las siguientes:

* son inesperados. La mayoría de veces, los síntomas de un ataque de pánico, aparecen cuando no te los esperas, es por eso precisamente, que asustan más.

* su elevada intensidad. Y como asustan más y sientes que no tienes control sobre su aparición, focalizas más la atención en ellos para protegerte de lo que pueda pasar y sientes como se incrementa su intensidad, lo que hace que por una parte se amplifique la sensación y que por otra reacciones con más ansiedad (que es la emoción que nos prepara para luchar contra un peligro)

* la duración. Los ataques de pánico, por lo general, no suelen durar más de 10 minutos. ¿Sabes por qué? Porque si estás 10 minutos sintiendo algo tan peligroso, pero ves que no pasa “nada más”, indirectamente va disminuyendo la percepción de amenaza y tu respuesta de ansiedad.

 

CUANDO TE SIENTES AJENO A TU PROPIA VIDA

Una de las manifestaciones más comunes en los pacientes con ansiedad es ese profundo distanciamiento desde el que observan sus actos. No es exactamente el aislamiento y la soledad que producen otros trastornos afectivos. Aquí, de quien te alejas es de ti mismo. Probablemente, de alguna forma eres consciente de lo ilógico que es el temor que te produce el mero hecho de pensar en salir de casa, subirte a un avión o ver sangre. Cito solo algunos de los detonantes más comunes de fobias y ataques de pánico, convencida de lo fácil que te será identificarte con ellos.

Es importante que comencemos el tratamiento de la ansiedad rompiendo ese escudo de separación. En Pensaments, nuestro objetivo es que consigas, poco a poco, esa reconexión tu verdadero yo. Sé que es habitual que caigas en la trampa de creer que eres una persona débil y que, como consecuencia de tu falta de empuje, te ves inmerso en un estado de preocupación y temor continuo. Pero vas a descubrir cómo son ideas absolutamente falsas, y siempre poniendo en valor tu personalidad única como factor clave. No existen prototipos de carácter más interesantes que otros. Ni valientes, ni cautos; en nuestras sesiones no hay cualidades de primera o de segunda. Nos importas tú y que te redescubras con todo tu potencial.

Cómo gestionar un ataque de ansiedad

Sería muy sencillo decir que la mejor manera para gestionar un ataque de ansiedad es exponerse y entender que la ansiedad no representa una amenaza en sí misma. Pero eso sería el equivalente a explicarle a alguien que tiene problemas para concentrarse que lo que tiene que hacer para aprobar es estudiar. Probablemente es algo que ya sabes y que escuchar una vez más no hace sino incrementar la frustración de no poder controlar lo que sientes.

Si tienen una particularidad los problemas de ansiedad en general, es que la persona “siente” peligro a pesar de que se diga a sí misma “que no va a pasar nada” o incluso sabiendo que el peligro no es tal. Es por eso que cualquier gestión que se haga no tiene que ir dirigida a lo que piensas o sabes sobre la ansiedad sino a lo que sientes o crees acerca de ella. Y como te puedes imaginar, eso es mucho más complicado.

¿Cómo se consigue?
– cambiando la interpretación de peligro sobre la ansiedad. Es decir, acabar creyendo que no representa una amenaza.
– a través de la exposición a las señales corporales relacionadas con la ansiedad. Ya que tras la exposición comprobamos que no ha pasado aquello que imaginamos que ocurriría y en consecuencia, disminuye la percepción de amenaza.
– en algunos casos, cuando los problemas de ansiedad están relacionados con determinadas situaciones, parte del tratamiento está dirigido a evaluar dicho contexto, con el fin de aportar herramientas para su gestión, resolución de problemas, tomas de decisiones, etc.

Aliviar la ansiedad y tratamiento

Sé que lo que te comento en el punto anterior no es fácil. Es por ese motivo que los problemas de ansiedad a veces necesitan de un acompañamiento psicológico y en este sentido, cuanto antes se inicia, más fácil es el tratamiento y más rápidos también los resultados.

En ocasiones, las personas que acaban pidiendo cita lo hacen tras luchar durante mucho tiempo contra la ansiedad, con las estrategias que entendían que podían funcionar, o que les funcionaban al principio. Pero es importante entender que no todos los procesos mentales siguen la lógica de lo que pensamos, de aquí que la intervención psicológica siga unos cauces, a veces distintos, de lo que has hecho hasta ahora para aliviar la ansiedad.

Así pues, ¿la ansiedad se cura? ¿en qué se centra el tratamiento?

Durante años, el tratamiento más eficaz (según los estudios de investigación) para los problemas de ansiedad y los ataques de pánico era de tipo cognitivo conductual y estaba basado en la exposición a los síntomas, con todo el malestar al que podía ir asociado.

No obstante, tras el auge de las Terapias de Tercera Generación y más concretamente, tras la evidencia científica que ha ido acumulando la Terapia de Aceptación y Compromiso, es posible añadir nuevas herramientas y técnicas que complementan las anteriores para que el proceso resulte mucho más enriquecedor y potenciar los resultados de éste.

Actualmente, la mejor manera que tenemos de aliviar la ansiedad es entender que la ansiedad es una emoción, una de las emociones más importantes, que tiene como objetivo nuestra supervivencia. Y es nuestra, la sentimos nosotros, no es como algunos imaginan “algo que irrumpe desde el exterior para hacernos daño”, sino algo así como un “super poder que nace de uno mismo para protegernos”. Así pues, aunque a veces resulte muy desagradable sentirla, ya que esa activación puede experimentarse como un torrente de señales corporales que agita nuestro cuerpo, el problema no está tanto en ella, sino en lo que hacemos con ella. ¿Por qué? Pues porque si para nosotros la ansiedad es peligrosa y luchamos contra lo que sentimos, en realidad nos estamos activando más.

La clave para aliviar y curar la ansiedad está en conocerla y elegir qué estrategias decidimos poner en marcha para su gestión.

En este sentido si la estrategia pasa por evitarla a toda costa, nos podemos encontrar con una vida que gira en torno al miedo, en el que ya no disfrutamos de las cosas como antes, o quién sabe, tal vez ya ni las hacemos, nos encontramos cada vez más cansados, etc.

Curar la ansiedad es aceptar su funcionamiento, no resignarnos a su experiencia. Curar la ansiedad es conocernos, decidir si nuestra vida va a estar enfocada al síntoma o si queremos aprender a colocarnos por encima de él. Curar la ansiedad es recuperar lo que es importante para nosotros, y entrenar nuestras estrategias (porque ni todos los contextos ni todas las personas somos iguales). Curar la ansiedad es perder el miedo a la ansiedad y retomar las riendas de nuestra vida.

Y a veces, en este proceso, la lógica nos va ha jugar malas pasadas y las emociones nos pueden desbordar o confundir. Es por ello, que si ves que pasa el tiempo y la ansiedad no se cura, no esperes más. No es más feliz el que más aguanta, sino el que mejor se cuida.

Un tratamiento de la ansiedad que te ayuda frente a tus miedos

Aunque ansiedad y miedo no son exactamente sinónimos, son dos conceptos íntimamente ligados. Se trata de mecanismos de defensa naturales de nuestro organismo que nos ponen en alerta ante posibles peligros. Un instrumento esencial para la supervivencia. Por eso, cuando empiezo a hablarte de un posible tratamiento de la ansiedad, me interesa transmitirte la idea de que no vamos a trabajar para que tus miedos desaparezcan, lo que tienes que conseguir es el control sobre las emociones que llevan asociados y, sobre todo, recuperar confianza en ti mismo. Tienes que seguir sintiendo miedos, lo que no pueden es paralizar tu vida.

La psicoterapia ofrece distintas opciones válidas y efectivas en este asunto del tratamiento de la ansiedad. Sin duda, la Terapia Cognitivo Conductual y las Terapias de Tercera Generación, más concretamente la Terapia de Aceptación y Compromiso son las que tienen más evidencia científica en el tratamiento de la ansiedad, ya que permiten entender la conexión entre tus pensamientos, tus miedos, tus comportamientos y el contexto en el que se producen, así cómo la función que tienen.

Sea cual sea el tratamiento de la ansiedad que decidamos aplicar, en Pensaments siempre te vamos a proponer una intervención integral. Porque somos muy conscientes de las repercusiones físicas de la ansiedad, incorporamos estas dos realidades, la mente y el cuerpo, como protagonistas imprescindibles de nuestra terapia para la ansiedad. Las técnicas de relajación que te ayudan a afrontar o reducir esos síntomas tan agobiantes de falta de aire o palpitaciones son clave para que sientas cómo recuperas el control. Comprobar que puedes acabar con esas situaciones por ti mismo, te proporciona una autoestima que es determinante para avanzar en otros aspectos menos tangibles que los síntomas físicos.

El diálogo como eje de todo tratamiento de la ansiedad

Es un error de partida hablar de la ansiedad como una realidad única. Esta complejidad debe matizar la forma en la que abordamos el tratamiento de la ansiedad. Y es que ni siquiera es fácil hacer una clasificación que incorpore todas sus posibles variantes. Por un lado, está la ansiedad que se presenta como estado permanente, no asociado a un miedo concreto, lo que se suele conocer como ansiedad generalizada. Por otro, un amplio conjunto de trastornos que se manifiestan de manera más puntual, donde se incorporan las fobias o los denominados ataques de pánico o angustia. Pero también están los TOC, o incluso la ansiedad por separación, tan preocupante en el caso de los niños.

Pero ni siquiera esta agrupación tan básica puede aplicarse sin matices de manera sencilla. Por ejemplo, las consecuencias de la agorafobia no te afectan esporádicamente, sino que perjudican de manera permanente a todas tus actividades. Es solo un detalle que confirma la necesidad de plantear el tratamiento de la ansiedad desde una perspectiva global y con múltiples enfoques.

En Pensaments nuestra propuesta es ir un paso más allá: preferimos hablarte de un tratamiento de la ansiedad personalizado. Tus miedos son exclusivos, tu forma de afrontarlos también. Es esencial que nos planteemos nuestros primeros encuentros como una oportunidad de conocerte. La comunicación y la confianza son las únicas herramientas que me permiten llegar a un diagnóstico certero sobre lo que te ocurre. No nos vas a escuchar hablar de entrevistas, sino de conversaciones. No es una mera elección terminológica, implica que buscamos establecer un diálogo de tú a tú, sin una distancia jerárquica en la que nosotras marcamos las pautas y tú te amoldas a nuestras indicaciones. Te demostraremoscómo podemos avanzar más si trabajamos como un equipo.

¿Terapia psicológica para la ansiedad, medicación o ambas cosas?

Si nos centramos en las investigaciones más recientes y analizamos cuáles son los tratamientos para la ansiedad con mejores resultados podemos decir que: 

  • La terapia psicológica sigue siendo la primera opción recomendada en adultos con ansiedad.
  • Las terapias más efectivas son la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) y las de tercera generación, como la ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso) o la MBCT (Terapia Cognitiva Basada en la Atención Plena).
  •  En general, todas muestran buenos resultados y las personas las perciben como tratamientos cómodos y útiles.

Existen muchísimos estudios sobre este tema. Pero, sin ir más lejos, un metaanálisis publicado en JAMA Psychiatry (Papola et al., 2024) observó que en el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), la ACT y la TCC son las terapias que mejor funcionan.
Además, otros estudios nos dan más pistas y plantean que ACT está especialmente indicada cuando el problema está en esa sensación de estar en lucha constante con los pensamientos o con el propio malestar.

Otra revisión (Beygi et al., 2023) confirma que este tipo de terapia no solo reduce los síntomas, sino que también aumenta la flexibilidad psicológica, es decir, la capacidad de seguir adelante aunque las emociones no acompañen del todo.

Pero ¿qué ocurre cuando la ansiedad alcanza niveles muy altos?

A veces, el nivel de interferencia es tal que quien tiene el problema de ansiedad siente que ya no puede descansar, concentrarse o mantener el ritmo del día a día. Estos u otros síntomas pueden indicar (siempre bajo el criterio de un especialista) que el tratamiento más indicado sea el combinado. Por combinado me refiero a la terapia psicológica junto con la ayuda de la terapia  farmacológica.

Las guías internacionales suelen recomendar los ISRS y IRSN como primera opción en casos de ansiedad generalizada, pánico o ansiedad social. Es normal que las personas nos pregunten en consulta si son medicamentos seguros. En este sentido, es importante tener en cuenta que son tratamientos eficaces y seguros siempre que se tomen bajo la supervisión de un médico especialista. 

Lo fundamental es que la decisión sobre si iniciar o no medicación corresponde al psiquiatra.
Será él o ella quien valore la situación, determine si realmente es conveniente y, en caso de serlo, ajuste la pauta y la dosis adecuadas para cada persona.

La medicación puede ser una herramienta de apoyo, pero nunca sustituye el trabajo psicológico.

En ciertos casos, la combinación de terapia y medicación puede ser lo más adecuado.
Los fármacos ayudan a bajar el nivel de activación y la sensación de amenaza constante. Y eso influye a la hora de aprovechar mejor el trabajo terapéutico.
Sin embargo, solo deben combinarse cuando realmente es necesario. Y a medio plazo, son las herramientas psicológicas las que sostienen el cambio y evitan recaídas.

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